Filipina una vez escribió a Sofía, “llevo en mi corazón un gran temor de deteriorar las cosas en cualquier sitio me encuentre y esto a causa de algunas palabras que creo escuchar en lo más profundo de mi corazón: “estás destinada a complacerme no tanto por los sucesos sino por los fracasos”. De hecho, experimentó muchos fracasos, pero gracias a su espíritu misionero, la Sociedad del Sagrado Corazón se difundió en todo el mundo. Gracias a su lealtad a Magdalena Sofía Barat, la Sociedad continuó siendo una congregación, y su internacionalidad fue una de sus características más fuertes.

Hoy día, las Religiosas del Sagrado Corazón sirven en 41 países. En el espíritu de Filipina, estas educadoras preparan a los jóvenes para el presente y el futuro; salen a la búsqueda de los más pobres y de los que no tienen voz en la sociedad de hoy. Cada frontera que enfrentamos, reclama pioneros que tengan el valor de seguir la llamada de Dios y la sabiduría de orar siempre.

Santa Rosa Filipina Duchesne murió el 18 de noviembre de 1852, a la edad de 83 años. Está enterrada en un santuario construido en su honor en la Academia del Sagrado Corazón en St. Charles, Misuri. Fue beatificada en 1940 y canonizada el 3 de julio de 1988.

 

“Nos encanta cultivar un pequeño terreno para Cristo, sabiendo que Dios no nos pide grandes cosas, sino un corazón que no retenga nada para sí mismo”.

– Santa Rosa Filipina Duchesne

 

 

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