Año de Oración - febrero 26

La cruz de Filipina

Cuando las RSCJ pronuncian sus votos en ocasión de la profesión perpetua, reciben una cruz para llevar. Esta es una foto de la cruz donada a Filipina que está guardada en los Archivos Generales en Roma, desde 1914.

Aunque haya pasado el último siglo en una caja, a través de su insignia y lema trae la huella de los muchos años que ha pasado en misión. Esta cruz ha pasado dos meses a la merced de los vientos del atlántico, rociada por el agua salada, durante la travesía del océano en 1818. Año tras año, ha sufrido condiciones primitivas, barro, humedad y extremos meteorológicos - las heladas del invierno y el calor intenso del verano. A menudo y durante periodos de crisis, ha sufrido desilusiones y dificultades, la han apretados manos húmedas de sudor o lágrimas, y ha dado consuelo del amor fiel y de la presencia de Dios. Llegó a nuevas tierras y atravesó fronteras, pasó horas en las enfermerías y en las aulas, vivió en cabañas sencillas, en cuartos apretados y paso del tiempo con los nativos americanos, dedicando horas y noches enteras orando de corazón.

En 1852, en los últimos momentos de vida de Filipina, esta cruz debe haber sentido que estos años de servicios estaban llegando a su fin. Luego, Anna de Rousier llegó desde Francia a Chile, para dar vida a nuestra primera fundación de América Latina. Filipina y ella se intercambiaron las cruces de la profesión, y la cruz de Filipina se fue con Anna en el largo y arduo camino hacia una nueva frontera, caminando por meses en senderos y rutas accidentadas, siendo rechazada y derribada cada vez que su caballo tropezaba o ella se caía.

Así como están grabados la insignia y el lema en la cruz, hay tanta oración, sufrimiento, pasión, fidelidad, valentía y empeño enraizados en ella. Tal y como seguramente la cruz debe haber recordado a Filipina su compromiso de votos, nos recuerda hoy la totalidad del don de sí misma, y la llamada que todas compartimos con ella, la de ofrecer toda nuestra vida para conocer y dar a conocer el amor ilimitado del Corazón de Jesús.

Texto y imagen de Silvana Dallanegra, RSCJ, Provincia de Inglaterra - País de Gales