Nuestra fuente eterna de inspiración
El mapa que Santa Rosa Filipina Duchesne poseía, no bastaba; necesitaba la guía del Espíritu. El Espíritu llevó a nuestra querida Filipina a lo desconocido y a convertirse en nuestra misionera pionera en las Américas. Este fue el principio del movimiento de salida de nuestra pequeña Sociedad, para extender su misión a muchas otras tierras, incluso a África.
¡Su valentía en el cruzar fronteras siempre nuevas, sigue siendo incontenible! Filipina nos mira directamente a los ojos, invitándonos a responder a las llamadas de Dios en nuestro mundo turbulento, pero rico de la gracia de Dios. Con su ejemplo, nos recuerda que un camino marcado por la fe, nunca es recto. Algunos días pueden ser verdes y otros grises, nublados, tiznados e insoportables.
Hay muchas situaciones a las que hoy nos enfrentamos, como por ejemplo las guerras, el terrorismo, la crisis de inmigración, el cambio climático y su amenaza a la vida humana. Filipina nos desafía a no atrevernos a renunciar, sino a perseverar hasta que nuestros sueños den frutos. Ella es una voz que susurra en nuestros oídos y que comparte su impecable espíritu admirable, llamándonos a vivir más humanamente, unidas como un solo cuerpo.
Que salgamos sin temor con nuestras velas alzadas, guiadas por el mapa de Dios, con Jesucristo en nuestro Rebeca. El nuestro es un camino de fe, trazado mientras navegamos nuestra alta mar para alcanzar nuevas fronteras donde la vida humana viene amenazada y necesita que la defendamos. Contamos contigo, Filipina, para que intercedas por nosotras, para que tengamos el mismo celo por la oración y la destreza a salir y zarpar, como una única familia del Sagrado Corazón, hacia nuevas fronteras atraídas por nuestros corazones.
Betty Susan Nankya Nsanja, RSCJ, Province d’Ouganda - Kenya Imagen: Glenn Bahm