Oración de los Potowatomies cuando supieron de la muerte de filipina
Ya llega, gran Espíritu, Ella llega pronto. Conforta su espíritu y cuídala en este viaje. Deja que el prado de los campos susurre su llegada. Deja que las aguas que corren por el lecho del río Mississippi la conduzcan hacia ti. Colorea esta mañana las flores de las cuatro estaciones; déjalas que desprendan su aroma todas a la vez en su honor. Que el pájaro que imita los trinos de todas las aves, invente diferentes cantos, uno para cada sentimiento de nuestro corazón. Porque estamos tristes: ella era nuestra hermana. También estamos alegres: es nuestra hija. Estamos apenados: demasiadas millas nos impiden poner este zarape, una vez más, sobre sus hombros. Ella aprendió a tejer viendo nuestras manos. Nosotros aprendimos a orar mirando su rostro. Que el sol envíe muy lejos su compasión. Y la luna llena de esta noche nos recuerde sus horas de alabanza a ti, desde su tienda.
Nuestra aldea velará esta noche, El jefe promulga un ayuno en su nombre, hasta mañana. Oraremos en la que fue su tienda. Oración por nuestro pueblo y por todos esos lugares a los que ella nos acercó. Creador, escucha nuestra oración por ella, por nuestros niños, por estas praderas, árboles y ríos, por las montañas lejanas y por este arroyo que recibe nuestras lágrimas. Escucha nuestro suspiro por nuestros niños. Que recuerdan lo que ella les enseñó. Y que repiten su nombre, durante muchas lunas, el nombre de una gran mujer que fue tuya.
Autora: Sharon Karam, RSCJ, Provincia de los Estados Unidos – CanadaImagen: Annett Hanrahan, RSCJ, Provincia de Australia – Nueva Zelanda