Oración del Bicentenario
Espíritu del Dios de la Vida, al principio, tu aliento se cernía sobre las aguas de la creación. Un día tu aliento sacudió el corazón de Filipina Duchesne con un deseo apasionado: La impulsabas a cruzar los mares hacia un Mundo Nuevo, para anunciar tu compasión y tu amor a una tierra y a unos pueblos ya amados por ti.
Sin conocer el idioma del país, habló el idioma del corazón – de amor y de oración, de ternura y sencillez, de perseverancia y fe viva. La familia del Sagrado Corazón, extendida por toda la tierra, somos la cosecha de las semillas que ella esparció.
Bendice ahora nuestro mundo siempre nuevo con el espíritu valiente y magnánimo de Filipina. Infúndenos su deseo de cruzar fronteras, sobre todo, las más alejadas de la caricia de la esperanza. Renueva el espíritu misionero de toda la Iglesia, y danos el celo de Filipina para derramar tu ternura y tu amor hasta en los confines de la tierra.
Pedimos todo esto en tu Nombre, Dios Trinidad, cuyo amor no sabe de fronteras ni de trabas, tú que nos envías a manifestar este amor tuyo al corazón del mundo, ahora y por siempre. Amén.
Imagen: Patricia Reid, RSCJ, Provincia de los Estados Unidos – Canada